jueves, 10 de abril de 2008

Arabia






Anoche, como estábamos de celebración, salimos a cenar por ahí. Como quería llevar a mi novia a algún sitio que no hubiésemos estado nunca, me puse a buscar y recordé que unos amigos me habían hablado muy bien de este sitio, así que decidí ir a ver que tal.
Fuimos sin reserva, pensando que un miércoles no debería ser un día problemático para encontrar mesa en ningún lado y nos dieron mesa, pero detrás de nosotros hubo gente que se quedó sin sitio, así que, si alguna vez queréis ir a cenar a este restaurante, intentad reservar antes.

El sitio está en la calle Piamonte, número 12, en Chueca. Es muy chulo y bastante amplio. Una decoración bastante acertada que recuerda a algo intermedio entre una haifa y una casa de adobe, el único pero que se le puede poner es que, en mi opinión, había algunas zonas (como la mesa en la que nos sentaron a nosotros) en las que la luz era demasiado escasa. Me gustan los rincones a media luz, pero en este caso era demasiado baja. De hecho no saqué fotos del local porque habría necesitado el flash, con lo que habría desvirtuado bastante la decoración.

Pasando al tema del yantar, la carta no es muy amplia, como 10 o 12 entrantes y otros tantos segundos. Pedimos dos entrantes, Falafel relleno de cebolla y cilantro y Zanahorias confitadas con canónigos.


El falafel estaba exquisito, muy tostadito (a mí personalmente es como más me gusta) y acompañado de unos pimientitos asados y una salsa que recordaba vagamente al gazpacho. Y con las zanahorias nos pasó lo mismo a los dos, nada más probar el primer bocado nos vino a la mente el viaje a Turquía que hicimos el pasado verano. Buena señal.

Después pedimos dos segundos (demasiada comida, con un ssolo entrante hubiese bastando), Cuscús de calabaza, pasas y leche y Pastela de pollo y almendras



El cuscus venía acompañado de una salsa que era algo así como la leche en la que se moja el pan para hacer torrijas y la calabaza estaba espectacular, y la pastela..., bueno, es la mejor que he probado, nada empalagosa, aunque llena bastante.

Todo esto estuvo regado con una botella de Viñas del Vero Crianza (somontano, una de mis debilidades) y, como estábamos llenos y los pastelitos típicos árabes llenan una barbaridad, decidimos pasar directamente a un té de hierbabuena del que, desgraciadmente, no hay foto, aunque os puedo decir que estaba muy bueno, quizá un poco demasiado dulce para mi gusto, pero aun así delicioso.

Pues la cuenta al final fueron 43€, así que la relación calidad-precio es de 10. El único pero que le puedo poner al restaurante es que, de los 3 camareros que nos atendieron, dos de ellos eran algo bordes, aunque el otro era encantador. Totalmente recomendable.

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